En el Día Internacional para la Sensibilización contra las Minas Antipersonal, el capitán Hernández nos recuerda la valentía y resiliencia para seguir firme en busca de sus sueños y darle todo el amor a su primer hijo que viene en camino.
Daniel Hernández Martínez, capitán del Ejército Nacional, fue víctima de una mina antipersonal y sufrió amputación transtibial en la pierna izquierda. La vida se convirtió en un desafío constante para él, luchando contra el dolor físico y emocional.
Al término del curso de ascenso a capitán, Hernández fue notificado para apoyar las operaciones que se estaban desarrollando en Argelia, Cauca. Exactamente, el 9 de marzo del 2022, la compañía se encontraba realizando una infiltración en un terreno lleno de maleza, cuando el puntero, de un momento a otro, ordenó un alto anunciando lo inesperado. Sin embargo, ya era demasiado tarde, escucharon el estruendoso sonido y sintieron tres explosiones.
«Dicen que las minas tienen nombre porque primero pasaron cuatro personas antes que yo. En ese momento uno no siente nada. Se pierden los sentidos y uno queda desorientado. Luego de unos segundos, comencé a palpar mi cuerpo, pero algo en mi me decía que no viera mis piernas», recuerda con algo de nostalgia el capitán Hernández.
Cinco militares habían caído en el campo minado. Ahí, Hernández sufrió la afectación de la pierna izquierda y casi pierde la derecha, la alteración en un ojo debido a una esquirla, la pérdida de la audición y, hoy en día, se le hace difícil conciliar el sueño. «No logro descansar completamente».
Ahora, dos años después de la tragedia, será padre por primera vez, una noticia que lo hace renacer lleno de ilusión y dicha. Por eso, sonríe y mira al cielo, agradecido por su hijo, a quien podrá brindarle todo el amor gracias a la segunda oportunidad que le dio Dios y la vida.
Él se imagina sosteniendo a su pequeño en brazos y siente una profunda determinación para superar cualquier obstáculo que se presente en su camino. Espera, a pesar de las dificultades físicas que enfrenta, encontrar fortaleza para seguir adelante, sabiendo que tenía una razón muy especial para hacerlo, su hijo.
Actualmente, Hernández es comandante de la Compañía Córdova, del Batallón de Sanidad, a donde llegan los militares afectados por las minas antipersonal, un enemigo silencioso y mortal, además de aquellos que han sufrido secuelas por municiones sin explotar y artefactos explosivos improvisados.
«La discapacidad está en la mente y nunca es tarde para superarse. No está muerto quien pelea y por más dura que sea la vida hay que seguir adelante. Hoy en día soy lo que soy, no me arrepiento de haber escogido estar en el Ejército. Siempre lo he dicho, lo poco o mucho que tengo se lo debo a esta institución y a la formación que me dieron mis padres». El capitán Hernández finaliza su relato con la esperanza de un mundo donde ninguna vida se vea afectada por esta cruel realidad.
Autor: prensa - Ejército Nacional