A las 09:00 de la noche el mayor Diego Marcelo Moreno Llanos recibió una llamada en la que le daban instrucciones para reaccionar rumbo al municipio de Ituango, Antioquia, con el fin de evacuar a unos soldados del Ejército Nacional, quienes cayeron en un campo minado.
Inmediatamente llegó al Centro de Comando y Control de la Base Aérea, para verificar la meteorología y los detalles del requerimiento y así planear la misión cuidadosamente, de eso depende poder salvar dos vidas que se encontraban en peligro.
“No es fácil pensar en el panorama que vamos a encontrar al llegar al punto, saber que son personas como nosotros a las que un suceso como este les cambió la vida para siempre; cuando a uno le hablan de campo minado intuye que no se va a poder aterrizar y que las condiciones de los pacientes son complejas”, fueron las palabras del mayor Moreno, piloto del UH-60 4105 que fue designado para cumplir con esta misión humanitaria.
Cuando uno de los soldados cae en este campo minado muere y los otros dos resultan afectados, uno en la parte superior y el otro en la parte inferior de sus dos extremidades. Esta información fue suministrada por los enfermeros de combate encargados de brindar la primera atención a sus compañeros.
Al llegar al área, la tripulación se comunica con la tropa en tierra para recibir las coordenadas exactas, verificando el punto para evitar el riesgo de la aeronave y cumplir con la misión de rescate.
En este tipo de operaciones está presente un helicóptero AH-60 Arpía como escolta, encargado de prestar la seguridad mientras se realiza la extracción del personal, debido a las circunstancias no es posible aterrizar, así que la maniobra aún es más compleja, empleando la grúa de rescate y la camilla que debe ser insertada en medio de la espesa vegetación, para permitir el ascenso de los pacientes a la aeronave uno a uno.
Una vez ingresados al helicóptero, los rescatistas de personal –RP, deben brindar atención primaria a los dos heridos, mantener sus signos vitales y entregarlos estables al personal médico en la clínica de destino. “Son momentos cruciales, cualquier equivocación puede comprometer la vida, sin embargo, estamos entrenados para este tipo de operaciones”, manifestó uno de los RP, luego de cumplir la misión y con la satisfacción del deber cumplido.
Al aterrizar de nuevo en la Base Aérea de Rionegro, se realiza una evaluación de la misión, verificando si hubo algo por mejorar, si se aplicaron todos los procedimientos de seguridad de acuerdo con las condiciones del terreno, retroalimentando así a la tripulación después de una larga tarea, que permitió salvar dos vidas.
“Nos sentimos afortunados de volver a nuestro sitio de trabajo, agradeciendo a nuestros compañeros de batalla del Ejército Nacional que arriesgan a diario su vida para contrarrestar las acciones del enemigo en zonas apartadas, no es fácil dejar a sus familias por periodos de tiempo tan largos, haciendo tareas duras, no todos toman ese riesgo por su país”, afirmó el oficial al mando de la aeronave.
“Como integrante de mi Fuerza Aérea Colombiana me encuentro siempre dispuesto para cumplir la misión, más aún cuando se trata de salvar vidas”.
Tripulaciones como esta, a diario, a bordo de helicópteros y aviones pertenecientes a la Institución Aérea, se convierten en la única esperanza de vida para compañeros de combate, ciudadanos propios y extranjeros que necesitan de un Ángel para sobrevivir; son un claro ejemplo de resiliencia y fortaleza, que dejan en alto el nombre del gran equipo azul.
Fuente: Fuerza Aérea Colombiana