Fueron 16 Comandos de las Fuerzas Especiales fueron los primeros en descender por sogas desde un helicóptero Black Hawk, para unirse a la búsqueda de la aeronave Cessna 206 HK2803 y sus ocupantes. Fueron en total 40 días desde el accidente, en donde uniformados e indígenas se unieron por un fin común: la vida. Milagro.
El jueves 4 de mayo, el General Helder Fernan Giraldo Bonilla Comandante de las Fuerzas Militares, un par de minutos antes de abordar un helicóptero que lo movilizaría desde Tumaco hacia la base de El Gualtal, en Nariño, escuchó la noticia en la cual referenciaban que, pese a los esfuerzos y a los sobrevuelos realizados sobre las selvas del Guaviare y Caquetá, el avión Cessna 206, accidentado el 1 de mayo del 2023, en el que viajaban tres adultos y cuatro niños, no había sido localizado.
El alto oficial, le pidió al piloto del UH60 Black Hawk de la Aviación del Ejército, esperar unos minutos mientras realizaba una llamada. Se retiró un par de metros, tomó su teléfono y se comunicó con el General Pedro Sánchez, Comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, la unidad élite de la Fuerzas Militares. Con el ruido de las aspas de fondo, el General Giraldo le ordenó al General Sánchez desplegar a sus mejores hombres para ser insertados y apoyar desde tierra las tareas de búsqueda.
El General Sánchez, un experimentado oficial de la Fuerza Aérea Colombiana, de inmediato dispuso de los Comandos de la División de Fuerzas Especiales del Ejército Nacional, que tenían gran experiencia y preparación. Sabía que esta era una operación humanitaria sin precedentes, y marcaría para siempre la historia, no solo de la institución, sino de Colombia y el mundo.
El viernes 5 de mayo desde El Fuerte Militar de Tolemaida, salió un avión de la FAC con un componente de Fuerzas Especiales hacia San José del Guaviare, desde donde se centraría toda la organización, planeación y despliegue para este hecho.
El sábado 6 de junio, dos helicópteros Black Hawk del Ejército Nacional escoltados por un helicóptero artillado de la FAC, llevarían a 16 militares del Ejército Nacional, a lo profundo de la selva, a la zona probable del accidente ubicada a unos 180 km de San José del Guaviare. Los uniformados iban equipados, armados, sabían que, si bien la misión principal era de búsqueda y rescate, la información de inteligencia que tenían, era que por esa zona delinquían las disidencias de las Farc.
Tras 50 minutos de vuelo, en donde solo veían selva y más selva, llegaron al punto sobre el cual descenderían. Las puertas se abrieron, las sogas fueron lanzadas, y uno a uno comenzaron a descender. Los 16 elegidos del Regimiento de Fuerzas Especiales No.1, Batallón de Operaciones Especiales No. 1 del Ejército Nacional, quienes eran expertos en recorrer las selvas de Colombia y tenían clara la gran responsabilidad que sobre ellos recaía.
Por radio establecieron comunicación con el Puesto de Mando unificado en la sala de guerra del Batallón de Infantería Joaquín París, en San José del Guaviare. Los uniformados reportaron buen tiempo en el área, las coordenadas en las cuales estaban y hacia donde se iban a dirigir. Antes de terminar la comunicación, el
Oficial al mando les dijo: “ustedes han hecho grandes operaciones, ahora vamos a hacer la más grande: vamos a encontrarlos. Dios los proteja”.
Sabían que debían aprovechar la luz del día. Por eso, su recorrido inició rápidamente y sus cinco sentidos comenzaron a agudizarse, debían estar muy atentos. Cualquier ruido, olor o imagen, se convertirían en una pista clave para cumplir su objetivo.
Las Fuerzas Especiales son la unidad élite de las Fuerzas Militares. Poseen un entrenamiento diferencial y se han preparado bajo las más difíciles y adversas condiciones. Esta operación humanitaria era muy diferente a las que siempre habían desarrollado, especialmente contra objetivos de alto valor estratégico para la seguridad de la Nación.
Pero el General Pedro Sánchez, apoyado en la ‘Cultura de Comandos’ les dijo una de sus premisas: “lo más cercano a crear una vida, es salvarla”, de ahí la responsabilidad y la importancia tan grande que tenían de ir y localizar a los siete ocupantes del avión HK2803.
Ya los medios de comunicación comenzaban a registrar las fotos y videos de la inserción de las tropas. Todo el país estaba a la expectativa y esperando buenas noticias.
Periódicamente reportaban por radio los movimientos que realizaban y las coordinadas en donde se encontraban. Al final de la comunicación, se escuchaba: “sin novedad”, lo que traducía que no había señales sobre la aeronave, ni sus ocupantes.
Cuando iba finalizando la tarde, la lluvia comenzó a caer sobre la selva. Los comandos en tierra reportaron el torrencial aguacero y como pudieron, organizaron sus carpas para protegerse del agua. Durante toda la noche y parte de la mañana no paró de llover.
Días después, fueron insertados más Comandos y por iniciativa de las comunidades indígenas, también fueron enviados a la zona líderes del Putumayo y Caquetá, que querían aportar sus conocimientos y experiencia para esta noble misión, que poco a poco fue llamando la atención del mundo entero.
Se mantuvo gran creatividad y se rompieron algunos paradigmas. Se conformaron así las Células Combinadas de Búsqueda, en donde grupos de Militares e Indígenas caminaban juntos en la selva. Se implementaron estrategias como el perifoneo aéreo y terrestre, el lanzamiento de kits de supervivencia, la ubicación de luces, sonido y pitos. Ninguna idea se descartaba y todo esfuerzo valía para encontrarlos.
La aeronave fue hallada el 15 de mayo de 2023. El día desde su desaparición. Un equipo de búsqueda conformado por Indígenas, orientados por las tropas del CCOES, descubrió la aeronave HK2803, accidentada y en su interior, los cuerpos sin vida de tres adultos. De los cuatro niños, no había rastro.
Ahora la búsqueda se transformaba y había incertidumbre de donde estaban los menores de 13, 9 y 4 años, y la menor de 11 meses, pero también certeza de que estaban vivos.
La Operación Esperanza ha sido uno de los mayores hitos en la historia reciente del país. Las Fuerzas Militares dispusieron de todos los recursos, esfuerzos y capacidades para apoyar las labores de búsqueda.
Al final…todos conocemos el final feliz de esta historia.
Los altos mandos militares, los Comandos desplegados en el puesto de mando en San José del Guaviare y en Bogotá, así como los que caminaron cada palmo de esa selva virgen y espesa, siempre tuvieron la fe intacta y la esperanza viva de poder comunicarle a Colombia y el mundo el “milagro, milagro, milagro” que finalmente se dio esa tarde del viernes 9 de junio de 2023, 40 días y 39 noches después del accidente.
Autor: Comunicaciones Estratégicas COGFM