Este año se cumplen 18 años de la emboscada perpetrada por el frente 35 de las Farc, de ese entonces.
“En ese instante que me iba yendo, recorrí mi infancia, cuando siento una voz con eco que me llamaba, era mi Teniente que me estaba moviendo y fue ahí cuando desperté, pero estaba muy herido, me salía sangre por el cuello y sólo vi el helicóptero que llegó a socorrernos, de ahí no recuerdo más nada…”
El sargento primero de la Reserva Activa Hernando Casarrubia Guarines, se disponía como todos los días, junto a 20 miembros del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina a realizar un patrullaje en el sector Loma de Los Chivos, en el municipio de El Carmen de Bolívar (Bolívar), una vía que conduce de este municipio a Zambrano. Con estas operaciones de registro y control la Armada de Colombia garantizaba el libre desplazamiento de vehículos en esta vía de la subregión de los Montes de María brindando seguridad a los viajeros de la caravana Vive Colombia.
Siendo las 7:45 de la mañana, del 24 de junio de 2003, tres patrullas se dirigían al puesto de mando, donde fueron emboscadas con balones explosivos, granadas hechizas, cilindros y demás armas no convencionales por miembros del frente 35 de las Farc; Hernando conducía el segundo vehículo que tenía una ametralladora Browning, calibre 50, cuando fueron sorprendidos por los subversivos.
La patrulla que iba adelante comandada por el teniente de corbeta Rafael Arango Soto, conducida por el cabo primero Harrys Tous Castaño y tripulada por 11 Infantes de Marina Regulares fue abatida, Hernando tomó la decisión de continuar para ayudar a los compañeros heridos que iban en la primera patrulla, pasando en medio de los guerrilleros que se encontraban de lado a lado disparando; pisando el acelerador, con la cabeza dentro de las piernas y con la máxima velocidad que daba el vehículo, logró pasar el ataque.
En esa ubicación era más fácil para ellos repelar el ataque, mientras los terroristas lanzaban balones explosivos de forma rápida Hernando descendió del vehículo con el cabo primero Aristóbalo Osorio Guzmán, el Infante de Marina Regular Edgar Javier Bautista Bautista y se ubicaron debajo, en esa maniobra vio como caía el Infante de Marina Regular, quien fue asesinado por disparos, ahí tomó su fusil para continuar con el combate junto con el Infante de Marina Regular Joaquín Arévalo Jiménez.
En ese combate Hernando logra ver a una persona arrastrándose en medio de la calle, era el teniente Arango, quien a pesar de sus heridas pudo movilizarse hasta la patrulla, mientras todos disparaban cubriendo al comandante.
“Ya todos estaban casi muertos, y se escucha una explosión muy fuerte, y veo como mi teniente Arango levantó la pierna derecha que fue completamente desprendida; escuchamos a unos seis metros que se acercaban los terroristas diciendo “Ya los tenemos, vamos a rematarlos” fue cuando volvimos a disparar en ráfaga y caen muertos, en ese instante se sintió un silencio que daba miedo”, expresó Hernando con voz entrecortada.
Pasaron alrededor de 10 minutos cuando vuelven a sentir las explosiones y Hernando veía como eran lanzados balones bombas, tratando de esquivar uno de ellos fue impactado en la pierna izquierda viendo como sobresalía su hueso y llorando decía: “mi teniente me mocharon la pierna”, poco a poco ya no sentía su pierna y se acostó al lado de un Infante muerto esperando perdiendo toda esperanza.
“En ese instante que me iba yendo, recorrí mi infancia, cuando siento una voz con eco que me llamaba, era mi teniente que me estaba moviendo y fue ahí cuando desperté, pero estaba muy herido, me salía sangre por el cuello y sólo vi el helicóptero que llegó a socorrernos, de ahí no recuerdo más nada”, comentó Hernando.
El Sargento Primero recuerda como los Infantes de Marina a pesar de sus heridas seguían disparando, luchando por sus vidas y con tristeza, de su mente no se borran los recuerdos de sus compañeros que debido a las explosiones estaban muy mal heridos y sin embargo seguían resistiendo al ataque.
Hernando y los seis compañeros heridos fueron remitidos, inicialmente al Hospital Montecarmelo, de El Carmen de Bolívar, y posteriormente trasladados en helicóptero hasta el Hospital Naval de Cartagena.
Pese a las múltiples heridas por cuenta de impactos de fusil y bombas artesanales en sus manos y piernas, Hernando logró sobrevivir, pero luego de tres días recibió la noticia más dura, debían amputar su pierna; en ese momento un ángel llegó a su vida, el coronel de Infantería de Marina Rafael Colón, quien pidió a los médicos que hicieran lo posible por salvar su vida, es ahí cuando lo sacaron del quirófano y le hicieron un raspado, aunque fue un proceso largo sus heridas sanaron.
La recuperación fue más rápida de lo esperado comenta el sargento Casarrubia, quien pudo estudiar una tecnología en motores electromecánicos y continuó en servicio activo en la Armada de Colombia.
Por su acto valeroso, el 9 de abril 2016, en el marco de la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, recibió la Medalla General José Hilario López Valdés, como reconocimiento a la valentía de nuestros infantes y marinos de Colombia.
Actualmente, Hernando se encuentra en retiro de la Institución Naval, recordando la ilusión con la que ingresó hace 33 años como Infante de Marina voluntario y posteriormente como Suboficial, portando con orgullo el uniforme. Su vida militar trascurrió en distintos lugares de la geografía nacional, pero fue su experiencia en los Montes de María lo que marcó su vida.
Señala: “la vida es una sola, en esos momentos el de ‘arriba’, es el único que tiene la última palabra, toca darle para adelante, si ese fue el destino que nos tocó, pues tocaba enfrentarlo con entereza, hasta el último momento, solo pensando en salvar nuestras vidas y la de nuestros compañeros”.
La Armada de Colombia recuerda al Suboficial y a los 12 Infantes de Marina Regulares, héroes caídos en combate que con honor y gallardía ofrendaron su vida por defender la patria, desde el día que juraron ante Dios proteger fielmente nuestro país.
Fuente: prensa – Armada de Colombia