Jeiner Carabalí es uno de los más de 1.500 hombres que se graduó con soldados profesionales en el último curso de formación. Ocupó el octavo puesto del curso y aquí le contamos una parte de su historia.
Sin tapujos y sin pensarlo dos veces, se me acercó mientras esperaba a alguien que iba a entrevistar. Ya me habían dicho que la persona estaba en una actividad con su pelotón y que no tardaría mucho; así que decidí sentarme a esperar. Pero ahí estaba él con otros de sus compañeros, y sin vacilar un instante comenzó a hacerme preguntas: ¿Que qué iba a hacer? ¿Qué si era difícil mi trabajo? ¿Que qué le iba a preguntar a la otra persona? Antes de que sus preguntas se convirtieran en una entrevista, lo invité a sentarse a mi lado.
Un par de minutos más tarde, estábamos embebidos en nuestra conversación mientras los demás escuchaban con curiosidad. Cuando le pregunté por qué había decidido ser soldado, me dijo que era el sueño de toda su vida. Toda una vida suena demasiado, pensé, y él ya ha sumado 21 años en su calendario.
Me explicó que había crecido viendo a su padre, un suboficial del Ejército que ya está retirado y que su ejemplo y su carácter, así como su propio interés por ayudar a los demás lo inclinaban a seguir un camino similar.
Me cuenta que cuando tuvo la mayoría de edad se fue a prestar servicio militar y, tras su paso por el Batallón de Infantería No.56 quedó convencido de que el Ejército era todo lo que esperaba.
Yo pasé dos años en la civil se apresura a contarme. Estaba esperando que se me presentara la oportunidad de ingresar, pero nunca se disminuyó mi interés en hacer parte de la institución. Empezó a trabajar muy pronto, después de finalizar su servicio y creó, con un grupo de amigos, algo que llamó la hermandad. Ellos reunían fondos, inicialmente de sus propios recursos y luego, con el apoyo de algunos empresarios, repartían regalos a los niños, comida a los habitantes de calle; organizaban funciones de cine. Mejor dicho, se convirtió en un líder social.
Los líderes son muy comunes en mi pueblo, me cuenta. Carabalí es de Santander de Quilichao, en el departamento del Cauca, donde dice que también es conocido como DJ, por haber trabajado en una emisora de interés público. Para él, todo lo que lo apasiona lo ha heredado de su familia, a quien le atribuye también esas cualidades para la música y la locución. Yo vengo de un pueblo de mucho sabor, enfatiza.
Cuando por fin tuvo la oportunidad de ingresar a la Escuela de Soldados Profesionales, llegó con la intención de destacar. Dice que ha aprendido bien de disciplina no solo en el Ejército, sino en casa.
Mi papá se retiró del Ejército hace siete años, con el grado de sargento viceprimero. También tengo un hermano que es soldado; hizo el curso en esta Escuela, en el 2016; incluso, una tía paterna es sargento primero del Ejército, agrega. Todos ellos lo motivan a que continúe con su sueño, primero como soldado y luego como suboficial. Para él, lo más importante es desempeñar un excelente trabajo y seguir dejando el nombre de su familia en alto.
Finalmente, llegó a quien estaba esperando, así que terminamos la charla, pero no sería la última vez que lo vería. De hecho, desde entonces lo vi varias veces en otras actividades de instrucción y entrenamiento antes de finalizar su curso como soldado.
Cuando dieron a conocer el listado de los jóvenes que ocuparon los primeros 10 puestos del curso, mi sorpresa fue por partida doble. El primer puesto lo ocupó aquel joven que esperaba esa tarde.
Carabalí ocupó el octavo lugar. Cuando nos volvimos a ver, no podía ocultar su alegría. Comparado con la primera vez que hablamos, ahora tenía una enorme sonrisa. Me dijo que de alguna manera lo esperaba, ya que hizo su mayor esfuerzo para completar su formación. La primera vez que hablamos me contó de su padre; ahora me habló de la emoción de su madre, del orgullo y la satisfacción que ha dejado en ella con este logro.
Me confesó que esperaba que al llegar a casa lo sorprendiera con su comida favorita: arroz con huevo. Me asombré, confieso, esperaba algo más elaborado, pero estaba equivocada. El arroz con huevo al que se refería no es solo arroz con huevo, el que prepara su mamá también lleva plátano maduro y carne ahumada. Él intentó explicarme cómo se prepara, pero se nota que la cocina no es su fuerte, así que convinimos en que lo mejor que podía hacer era visitar Santander de Quilichao y disfrutar de este plato.
Junto a su pelotón, ha sido designado al Batallón de Ingenieros No.8 Francisco Javier Cisneros, en Pueblo Tapao, Quindío. Desde allí, espera desempeñar con excelencia su papel como soldado, sirviendo al Ejército y al país como ha sido su sueño desde niño.
Fuente: prensa – Ejército Nacional