Bogotá. Como es tradición en Colombia, el 7 de agosto es la fiesta patria más importante. En esta fecha, cada cuatro años, hay posesión del Presidente de la República y corresponde a la Fuerza Pública rendir honores al nuevo mandatario.
Las unidades del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea Colombiana y la Policía Nacional, rinden honores al Presidente de la República, doctor Iván Duque Márquez, quien constitucionalmente es nombrado como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, a quien se le debe respeto y admiración como imperativo de la subordinación, valor considerado como principio fundamental del código de honor militar.
En la ceremonia, durante la imposición de la banda presidencial, hombres de la Artillería del Ejército Nacional, disparan 21 salvas de cañón, como señal de saludo al primer mandatario de los colombianos. El origen de las 21 salvas de cañón data del siglo XIV, cuando los cañones sólo podían dispararse una vez; el modo que tenían los soldados para demostrar sus intenciones pacíficas era poniendo sus armas en una posición no hostil, o sea, dejar las armas sin posibilidad de ser disparadas o usadas para el ataque, por lo que el saludo se hacía disparando 7 cañones de una vez. Luego, con el advenimiento de las baterías terrestres que podían disparar tres tiros, el saludo pasó a ser de 21; haciéndose tronar tres veces consecutivas los siete cañones.
Posteriormente en los honores militares, el Presidente toma la posición de honor, ubicándose al centro del mando militar y policial que lo acompañan de diestra a siniestra, reconociendo así su lugar en la cadena de mando.
Quien preside los honores ordena presentar armas, momento solemne donde los soldados de tierra, mar, aire y policías realizan su saludo inclinando las banderas que representan a las unidades militares, como muestra de respeto y lealtad, quedando solamente en pie la bandera de guerra (el pabellón nacional) como representación suprema del Estado mismo.
Acto seguido, el Presidente a la cabeza del destacamento, realiza el reconocimiento a las tropas, representadas por bloques con cadetes de las tres Fuerzas, más un bloque de la Policía Nacional, para verificar como comandante en jefe su marcialidad, disciplina, grado de alistamiento y uniformidad. Este acto va acompañado de las notas del himno nacional de la República de Colombia, seguidas de los himnos de las cuatro Fuerzas, interpretadas por la banda de guerra.
Los honores al Presidente de la República por parte de la Fuerza Pública, como acto colectivo, enaltecen el respeto, la consideración y la subordinación. La cortesía debe presidir las relaciones entre los hombres de buena fe, demostrando atención y respeto en los estilos, usos y costumbres que se deben observar para quien representa a la Nación.
El señor Presidente de la República al llegar al centro del campo de paradas realiza una reverencia ante la bandera de guerra, como máximo significado simbólico de la Patria. Este gesto trasciende al entender que la bandera de guerra es la representación de la Patria misma, y que todas las instituciones en cabeza del primer mandatario están para servirle y velar por su grandeza.
Durante el recorrido de reconocimiento, cinco aviones Super Tucano de la Fuerza Aérea surcarán los cielos, como saludo al nuevo mandatario. Seguidamente, las Fuerzas Armadas en cabeza de su comandante en jefe, rinden honor a los héroes caídos en acción, como remembranza y reconocimiento de sus hazañas heroicas durante 200 años de historia republicana.
Finalmente, el desplazamiento del señor Presidente con el mando militar y su escolta de caballería montada, simboliza el reconocimiento a la Casa de Nariño como el lugar donde el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas lidera y rige los destinos de la Nación. La escolta conformada por jinetes a caballo, representa el deber de las Fuerzas Armadas de proteger con nobleza el legado a que hicieron acreedores Rondón y Carvajal que con valentía, honestidad y obediencia definieron la victoria patriota en los campos de Boyacá.
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