Haber comandado nuestras Fuerzas Militares de Colombia, es un honor al que procuré responder en medio de las dificultades propias del conflicto que durante años ha azotado a nuestro país. Dispuesto siempre a brindar lo mejor de mí, ofreciendo todas mis capacidades, compromiso y voluntad para cumplir con la misión encomendada, así como lo he hecho desde hace más de 41 años cuando ingresé a la Escuela Militares de Cadetes 'General José María Córdova'.
La institución militar, como ha sido tradición, continuará su marcha y seguirá avanzando impulsada por la fuerza que le otorga su pasado, por las acciones del presente y los proyectos de futuro, a los cuales cada soldado, marino, piloto e infante, desde cualquier cargo o condición, han contribuido significativamente.
En una tarea que no se detiene, hemos venido fortaleciendo nuestra proyección y confianza, basados en una efectiva disponibilidad y capacidad de reacción de nuestras Fuerzas Militares para responder con prontitud ante cualquier amenaza, porque la seguridad y defensa de la patria pasan por nuestra voluntad de actuar. Tal y como quedó plasmado en el Plan de Campaña Estratégico Conjunto Ayacucho.
Deseo expresar mi gratitud a las familias de nuestros hombres y mujeres de tierra, mar, río y aire; también a cada familia colombiana que aprecia, apoya y admira a sus victoriosas Fuerzas Militares, pues son ellas quienes alientan con su amor, comprensión y compañía permanente, el deseo por avanzar en esta exigente profesión en la cual arrebatamos tiempo a los nuestros para cumplir con el deber que abrazamos desde el instante en que juramos bandera.
Lideré por casi dos años una Institución integrada por seres humanos con virtudes y valores excepcionales, reconociendo cada día en miles de rostros de soldados, marinos, pilotos e infantes, una especial devoción a lo inmaterial alentada en un profundo sentido de la palabra patria y con ella una enorme capacidad de sacrificio, de vocación heroica y generosidad.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a Dios, a mi querida y amada familia, a mi esposa María Victoria y mis hijos María Andrea, Andrés Fernando y Alejandro, a los soldados de tierra, mar, aire y río, a los civiles al servicio de nuestras Fuerzas, a los miembros de la reserva activa y profesionales oficiales de reserva; pero también a mis superiores, comandantes e instructores, que por años me formaron como ser humano y como soldado. Igualmente, a los medios de comunicación que siempre nos acompañaron y fueron testigos de la labor comprometida y abnegada del soldado colombiano.
Agradezco la confianza depositada por el señor Presidente de la República, al Ministro de Defensa y a los funcionarios del Gobierno Nacional y las instituciones que apoyaron y respaldaron mi gestión. Así mismo a la Cúpula Militar, a los Generales y Almirantes, al Estado Mayor Conjunto, a la Policía Nacional, por haber confiado los destinos de las Fuerzas Militares a este soldado de Colombia. Fue un honor servirle a mi país.
Al Señor Almirante Francisco Cubides Granados, Comandante entrante de las Fuerzas Militares, le deseo, como dirían en el ambiente naval “buen viento y buena mar”, siempre podrá contar con mi voz de apoyo, la palabra solidaria y el consejo cuando así a bien lo tenga.
Pongo a los pies de la bandera, los soles que encarnan la jerarquía que represento, pleno de gratitud al pueblo colombiano por haberme permitido alcanzar la máxima jerarquía, y darme la oportunidad de comandar a quienes se esfuerzan por esta gran Nación con generosidad y espíritu de servicio.
¡Unión – Integridad - Victoria! Siempre con la esperanza y bajo la mano victoriosa del Dios Protector.
Dios los bendiga
Ante lo Imposible, voluntad