Santiago, un joven de mirada altiva y paso seguro, es hijo de Don Jorge y la Señora Socorro, como los llama, cuando se le pregunta por sus padres, y agrega: “personas humildes, quienes han trabajado y puesto todos sus esfuerzos por brindarme las alas para volar, mi familia es mi motor para luchar por mi sueño de volar y defender a Colombia”.
El amor al servicio, el sueño profundo de portar un uniforme militar y defender a Colombia, es lo que motiva a Santiago Avilez, un joven huilense de 23 años, quién hoy inició una nueva fase en su preparación para convertirse en piloto militar al servicio de la nación.
Esta nueva etapa, la marca la tradicional ceremonia de bendición e imposición de bufandas, la cual fue realizada en el Comando Aéreo de Combate No. 1, lugar en el que la Escuela Internacional de Ala Fija, ESIAF, tiene sede.
Para llegar a este punto Santiago y 19 jóvenes más han superado diversas pruebas en su proceso formativo en el curso Primario de Vuelo con la aeronave Cessna -172 Skyhawk, acto que traduce una suma de confianza y disciplina en esta loable labor, la cual llena de orgullo no solo a sus familias, sino a todo un país.
“Estar en el curso de vuelo primario de Cessna 172 Skyhawk es excepcional, estar en la ESIAF, es cumplir un sueño, ser capacitado por excelentes pilotos instructores me llena de orgullo, y agradezco que siempre enfocan todos sus esfuerzos por formarnos como pilotos primarios; este curso nos permite compartir el ambiente operacional y académico que se vive en el Comando Aéreo de Combate No.1, lo cual ha significado admirar el sacrificio y disposición de los hombres y mujeres de la Institución por servir a Colombia”, expresó Santiago Avilez.
Es así como su Fuerza Aeroespacial Colombiana, a través de la Escuela Internacional de Ala Fija, continuará forjando el conocimiento de Avilez y el de sus 19 compañeros para que continúen su formación como pilotos militares con integridad, honor, disciplina y compromiso.
Breve historia
La bufanda de vuelo nació como necesidad de los primeros pilotos de combate, quienes no contaban con sistemas de radares para detectar las aeronaves enemigas. Ellos tenían que mirar hacia todos lados y por los movimientos bruscos de cabeza de lado a lado en ocasiones su cuello sufría heridas; por tal motivo los pilotos comenzaron a utilizarlas para proteger el cuello de las rozaduras, convirtiendo la bufanda en parte del uniforme. Actualmente, los cadetes la reciben como símbolo de confianza, portándola con mística y orgullo en este nuevo peldaño alcanzado.